El Everton de Viña del Mar enfrenta una de las sanciones más duras de su historia tras la invasión de hinchas durante su derrota por 0-3 ante el Universidad Católica el 19 de octubre de 2025, Estadio Sausalito. El árbitro Manuel Vergara decidió suspender el encuentro en los minutos finales, tras ver cómo cientos de aficionados, principalmente desde la Galería Cerro, irrumpieron en la cancha en pleno caos, amenazando la seguridad de jugadores, cuerpos técnicos y personal de seguridad. El Tribunal de Disciplina de la Asociación Nacional de Fútbol Profesional (ANFP) no tuvo dudas: tres partidos oficiales como local a puertas cerradas, y una sanción colectiva contra 1.173 espectadores identificados. No es solo una advertencia. Es un golpe mortal en plena lucha por la permanencia.
Una sanción que duele en la tabla
Everton, que se encuentra en el decimotercer lugar de la tabla del Campeonato Nacional 2025, con apenas cuatro fechas por jugarse, tenía en su calendario solo un partido local restante: el enfrentamiento contra Deportes Iquique. Ahora, ese encuentro se jugará en un estadio vacío, sin el aliento de sus hinchas, sin el ruido de las banderas, sin el calor que tantas veces ha sido su ventaja. La sanción se aplicará en los próximos tres partidos como local —incluyendo el de Iquique—, y no hay apelación posible. El club, que suma cuatro derrotas consecutivas y un empate en sus últimos cinco partidos, ve cómo su chance de salvarse se desvanece no por falta de talento, sino por la locura de unos pocos.
1.173 sancionados: la culpa no es de todos, pero todos pagan
La decisión de la ANFP fue radical: todos los 1.173 aficionados que ingresaron por la Galería Cerro —el sector más agitado del estadio— recibirán una sanción individual. Quedan prohibidos de asistir a los dos próximos partidos de visita de Everton: ante Audax Italiano en el Estadio Bicentenario de La Florida y contra O’Higgins en el Estadio El Teniente de Rancagua. Es una medida que no distingue entre quienes lanzaron botellas y quienes solo estaban allí. La lógica de la ANFP es clara: si el ambiente se vuelve peligroso en un sector, ese sector entero paga. No es justo, dicen muchos hinchas. Pero en el fútbol chileno, la seguridad no es negociable. Y esta vez, la disciplina fue implacable.
17 identificados, 10 años de prohibición
El club no se quedó de brazos cruzados. El 18 de noviembre de 2025, Everton anunció que ya había identificado a 17 personas responsables directas de la invasión. A cada una se le aplicó el Código 102 del Protocolo de Derecho de Admisión de la ANFP: prohibición de ingresar a cualquier estadio de fútbol profesional en Chile por entre ocho y diez años. Es una sanción que puede arruinar la vida de un hincha. Algunos de ellos, según fuentes del club, son conocidos por su comportamiento violento en otros partidos. Pero esta vez, el club decidió actuar con contundencia. Además, presentó una querella criminal ante el Tribunal de Garantía de Viña del Mar, buscando responsabilidades penales. Las cámaras siguen revisándose. No descartan que haya más nombres por salir.
El club en crisis: entre el fútbol y la justicia
Pero el drama de Everton no termina en el estadio. Paralelamente, su dueño, el Grupo Pachuca, enfrenta una crisis jurídica en México. Su presidente, Jesús Martínez, fue declarado prófugo de la justicia por un juez de la Ciudad de México, en el marco de un litigio con Fox Sports. Se emitió una orden de aprehensión contra Martínez y su abogado, Hipólito Cabrera Acosta. Esto pone en jaque la estabilidad financiera del club. ¿Quién pagará los salarios? ¿Quién garantizará los contratos? El comunicado del 18 de noviembre lo dijo con dolor: "Cuando más se necesita apoyo, los delitos de unos pocos privan a los verdaderos evertonianos de alentar al equipo de sus amores". Es una frase que no solo habla de fútbol. Habla de traición.
¿Qué sigue? La lucha por la supervivencia
El próximo partido de Everton será contra Deportes Iquique, sin público, sin energía, sin ese sonido que solo el Sausalito sabe producir cuando el equipo lo necesita. Luego, vienen partidos difíciles: contra Colo-Colo, Universidad de Chile y Palestino, todos fuera de casa. La tabla es dura, el calendario es implacable. Pero el club no se rinde. Su directiva promete una campaña de concientización con la hinchada: "No se trata de silenciar, se trata de proteger". Mientras tanto, la ANFP ha anunciado que reforzará la vigilancia en todos los estadios. Y en Viña del Mar, los hinchas que nunca se fueron —los que cantan, los que gritan, los que creen— ahora tienen que elegir: ¿seguir apoyando a un club que no puede recibirlos? O ¿esperar a que el fútbol vuelva a ser lo que siempre fue: un lugar de pasión, no de caos?
Frequently Asked Questions
¿Por qué se sancionó a todos los 1.173 hinchas de la Galería Cerro y no solo a los que invadieron el campo?
La ANFP aplicó una sanción colectiva porque la violencia no fue un acto aislado, sino el resultado de un ambiente organizado y repetido en ese sector. Identificar a cada uno de los 30 o 40 que saltaron la valla era imposible en tiempo real, y la institución optó por responsabilizar a todo el grupo que generó el entorno peligroso. Es una medida disuasiva, aunque controversial, para evitar que futuras invasiones se vuelvan una costumbre.
¿Cómo afecta esto a la posibilidad de que Everton se salve del descenso?
La sanción es devastadora. Everton tiene solo un partido local restante, y jugará sin público. En la historia reciente del fútbol chileno, ningún equipo ha logrado salvarse del descenso con tres partidos locales a puertas cerradas en la recta final. La falta de apoyo en casa, sumada a cuatro derrotas seguidas, reduce sus probabilidades a menos del 15%, según cálculos de expertos en estadísticas deportivas.
¿Qué pasa con los 17 hinchas sancionados por 8 a 10 años? ¿Pueden apelar?
Sí, pueden apelar ante el Tribunal de Disciplina, pero el proceso es riguroso y requiere pruebas contundentes de inocencia. Hasta ahora, el club presentó videos, testimonios y registros de acceso que vinculan a cada uno con actos de violencia o incitación. Las sanciones por infracciones graves en el fútbol chileno rara vez se revierten, especialmente cuando hay evidencia clara. Para muchos, esta es la peor consecuencia: perder el derecho a ver a su equipo por casi una década.
¿Por qué está involucrada la justicia mexicana en un club chileno?
Porque el Grupo Pachuca, dueño de Everton desde 2013, es una empresa con sede en México y operaciones transnacionales. El litigio con Fox Sports gira en torno a derechos de transmisión no pagados, y el juez mexicano considera que Jesús Martínez ocultó activos y evadió citaciones. Esto no afecta directamente la administración deportiva en Chile, pero sí genera incertidumbre financiera, ya que el club depende de los flujos de dinero del grupo. Sin financiamiento, no hay pago de jugadores ni mantenimiento del estadio.
¿Qué ha hecho la hinchada de Everton ante esta crisis?
La mayoría de los verdaderos evertonianos han rechazado la violencia y han lanzado campañas como #SoyEvertonSinViolencia en redes sociales. Grupos de hinchas organizados han ofrecido ayuda para limpiar el estadio, recolectar firmas y promover el fútbol limpio. Pero también hay frustración: muchos sienten que el club no hizo suficiente para controlar el ambiente en la Galería Cerro antes de que explotara. La división dentro de la hinchada es real, y eso duele más que cualquier sanción.
¿Se repetirá esto en otros clubes chilenos?
La ANFP ha advertido que este caso será un precedente. Ya se han intensificado los controles en los estadios, con más cámaras, más personal de seguridad y sistemas de reconocimiento facial en zonas de alto riesgo. Clubes como Colo-Colo y Universidad de Chile han reforzado sus protocolos. Pero el problema no es solo de seguridad: es cultural. Mientras el fútbol siga siendo visto como un espacio de confrontación y no de pertenencia, estos episodios volverán. Everton se convirtió en el ejemplo. Esperemos que no sea el último.
Esto es lo que pasa cuando permiten que la hinchada se vuelva una pandilla. No es culpa del club, es culpa de los que rompen las reglas y nadie los controla. Ya era hora de sancionar así.