El lunes 17 de noviembre de 2025, a las 7:00 de la mañana, el corazón de Santiago se detuvo. Metro de Santiago anunció el cierre inmediato de cuatro estaciones clave de la Línea 1: La Moneda, Universidad de Chile, Santa Lucía y Universidad Católica. La razón: una persona en la vía. En plena hora punta, cuando más de 800.000 personas dependen de este corredor para llegar a sus trabajos, el sistema colapsó. Miles fueron evacuados de manera abrupta, sin aviso previo, en medio del caos. Aquí no se trató de un simple retraso. Fue un desastre logístico que dejó a la ciudad paralizada.
El colapso del eje neurálgico
La Línea 1, la más concurrida del sistema, quedó dividida en dos tramos aislados: uno entre San Pablo y Los Héroes, y otro entre Baquedano y Los Dominicos. El centro de la ciudad, donde se ubican los ministerios, las sedes corporativas y las universidades, quedó completamente aislado. La conexión entre la Línea 1 y la Línea 3 en Universidad de Chile —una de las más utilizadas por estudiantes y trabajadores— se suspendió por completo. Nadie lo esperaba. Ni siquiera los operadores del sistema.La reacción fue inmediata: cientos de personas salieron a las calles, hacia los paraderos del sistema RED. En Providencia y Santiago, los paraderos se convirtieron en colas de más de 50 metros. Algunos esperaron más de 45 minutos sin que llegara un solo bus. Las micros, saturadas, pasaban sin detenerse. La escena era de desesperación. Muchos, sin otra opción, decidieron caminar. Desde Los Héroes hasta Tobalaba, la Alameda se llenó de personas con maletines, mochilas y rostros cansados. Caminar 3 kilómetros en plena hora punta se convirtió en la única alternativa viable.
La respuesta institucional: tardía y descoordinada
A las 7:01, Red Movilidad anunció en Twitter el cierre de las estaciones. A las 7:44, informó una restricción en la pista derecha de la Alameda, a la altura de Arturo Prat, por el trabajo de bomberos en Universidad de Chile. Era un efecto dominó: la interrupción del metro generó caos en el tránsito terrestre, que a su vez dificultó el despliegue de buses de apoyo. Los vehículos de emergencia se vieron atrapados en el mismo embotellamiento que los automovilistas. El sistema de transporte público, diseñado para ser resiliente, demostró su fragilidad.La empresa no ofreció una comunicación clara durante los primeros 40 minutos. No hubo anuncios en las estaciones, ni pantallas con información actualizada. Los usuarios recibieron alertas por la app, pero muchas personas no las tenían activadas. Algunos trabajadores llegaron a sus oficinas con una hora de retraso, sin saber si podrían justificarlo. Fue entonces cuando Metro de Santiago activó un sistema de justificativos digitales. El portal web se saturó en cuestión de minutos. Descargar el documento se volvió una misión. Y aún así, muchos no lograron hacerlo a tiempo.
El impacto residual: más allá de la hora punta
A las 8:30, tras 1 hora y 30 minutos de interrupción, el servicio se restableció. Pero el daño ya estaba hecho. El tráfico en el centro no se recuperó hasta el mediodía. Las oficinas registraron retrasos masivos. Algunas empresas permitieron teletrabajo para el resto del día; otras, no. En el sector educativo, universidades como la Pontificia Universidad Católica y la Universidad de Chile reportaron ausencias inusuales. El caos no fue solo de movilidad. Fue de confianza.El sistema de transporte público en Santiago ya tenía una reputación frágil. Esta contingencia lo volvió a poner en el centro del debate. ¿Cómo es posible que una sola persona en la vía paralice a 1,2 millones de personas? ¿Por qué no hay protocolos más ágiles? ¿Por qué los buses de apoyo no llegaron con suficiente antelación? Las preguntas quedan sin respuesta. Pero los efectos, sí.
¿Qué sigue? La urgencia de una reforma
Metro de Santiago prometió una investigación interna. Pero los expertos en movilidad ya lo ven claro: el sistema está al límite. La Línea 1, inaugurada en 1975, sigue siendo el eje central de la red, sin una alternativa real. Las obras de expansión de la Línea 6 y la modernización de la Línea 4 tardan años. Mientras tanto, cada interrupción —por un objeto en la vía, un fallo eléctrico o una persona en la plataforma— se convierte en un evento nacional.La ciudadanía ya no se sorprende. Se enoja. Y con razón. En 2025, una capital moderna no puede depender de un sistema que se paraliza con un solo fallo. La pregunta ya no es quién está en la vía. La pregunta es: ¿cuánto más vamos a tolerar esto?
Frequently Asked Questions
¿Por qué se cerraron exactamente esas cuatro estaciones y no otras?
Se cerraron La Moneda, Universidad de Chile, Santa Lucía y Universidad Católica porque la persona en la vía se encontraba entre las estaciones Los Héroes y Baquedano, lo que obligó a interrumpir el servicio en ese tramo central. Las estaciones cercanas se evacuaron por seguridad, y cerrar solo una no habría evitado riesgos. Este tramo concentra el 40% del flujo diario de la Línea 1, por lo que cualquier interrupción aquí tiene efectos multiplicadores.
¿Cómo puedo obtener el justificativo de retraso si no pude descargarlo?
Metro de Santiago permite solicitar el justificativo por teléfono al 600 600 7777, seleccionando la opción de "Emergencias Operativas". También se puede acudir a cualquiera de las oficinas de atención al cliente en estaciones operativas, presentando el boleto o tarjeta del día afectado. El documento se entrega en físico o por correo electrónico dentro de las 48 horas siguientes.
¿Qué opciones de reembolso ofreció Metro de Santiago?
Los usuarios afectados por la interrupción recibieron reembolso automático del 100% del viaje realizado ese día, siempre que hayan utilizado la tarjeta bip! y el viaje haya sido completado antes de las 7:00 a.m. El reembolso se acredita en la tarjeta en 72 horas. Para viajes incompletos, se puede solicitar el reembolso a través de la app de Metro, con un comprobante de la interrupción.
¿Por qué no se activaron más buses de apoyo desde el principio?
Red Movilidad tenía un plan de contingencia, pero no contemplaba una interrupción tan masiva en plena hora punta. Solo desplegó 42 buses de apoyo, cuando se necesitaban al menos 120. Además, muchos se quedaron atascados en el tráfico por las restricciones en Alameda. El sistema de buses de apoyo está diseñado para eventos menores, no para colapsos del metro central.
¿Esto ya ha pasado antes en Santiago?
Sí. En abril de 2023, una falla eléctrica cerró la Línea 1 por 90 minutos, afectando a 600.000 personas. En 2021, un incendio en una estación de la Línea 4 provocó una evacuación masiva. Pero esta fue la primera vez que una persona en la vía generó un caos de esta magnitud en plena hora punta. La repetición de estos eventos evidencia una falta de inversión en infraestructura y protocolos.
¿Qué está haciendo el gobierno para evitar que esto vuelva a pasar?
El Ministerio de Transportes anunció una revisión urgente de los protocolos de emergencia en el Metro, con especial atención a la Línea 1. También se anunció la instalación de 50 cámaras adicionales en vías y plataformas, y un aumento en el personal de seguridad. Pero hasta ahora, no hay fechas concretas para la implementación. La promesa es real, pero la acción, aún no.